Desde junio el Teatro del Nudo presenta con éxito de público una obra que se anuncia en sueco y en español. Silvina Chague guionó su propio cuento y después lo convirtió en una pieza donde lo discursivo, el humor medido y los sentimientos dominan la concepción dramática. La directora, Corina Fiorillo, saca buen partido de la historia con una puesta emparentada con lo cinematográfico [trabajo en planos y abundancia de buenas imágenes de Estocolmo y Buenos Aires]. Hay cierta monotonía en la acumulación (lineal) de escenas. El público, por otra parte, responde con atención a una historia que se cuenta en clave cuasi doméstica pero que es solo la punta del iceberg. Se trata de señalar cómo afecta a una mujer, a una familia, y a un país la existencia de un gobierno totalitario y genocida. Se trata de describir, a través de una entidad de acción minimalista, los curiosos (y múltiples) caminos del exilio. El calendario marca 1976.
El padre de María logra que ésta, a punto de ser “chupada” por “las fuerzas del orden” pueda afincarse en Estocolmo. María conocerá a Pieter, un médico que, como trabajo comunitario, da lecciones de español en un programa oficial para “re-adaptación” de exiliados políticos. Surge entre ellos una relación que los llevará a unirse y tener un hijo. Cerca de las navidades, desde Buenos Aires –y con todo su amor- llegará la madre, Nora, para “constatar” cómo, dónde y con quién viven su hija y su nieto en camino. Un exiliado chileno también dará parte de las notas variopintas de todo migración forzada. La cabeza de la familia, desde la capital de Argentina, es el encargado de patentizar la nostalgia a partir de llamadas telefónicas que intentan clavar el Obelisco porteño en el Stadhuset (Ayuntamiento). Nora –con la ayuda de su nuevo yerno- busca afanosamente y encuentra ese corte de carne vacuna que aquí llamamos pesceto y que le servirá para armar su tradicional vitello tonnato (ternerita con salsa de atún, anchoas y alcaparras). La navidad se celebra con sus ritos gastronómicos y afectivos y Nora vuelve al país para terminar sus días. El final de su vida queda marcado en la receta que, amorosa, dejará como herencia. Un nuevo ser nacido en un país distante marca esas, las inesperadas “vueltas de la vida”.
Chague, con inteligencia, ha creado su texto haciéndolo girar sobre la fuerza de los sabores “familiares”, esos que se instalan para jamás dejarnos (el vitel thoné, la yerba mate, el dulce de leche, etc.). Allí se juega el sentimiento que marca a una comunidad que celebra y se celebra con sabores que tiene como propios e irreproducibles. Fiorillo, sin distanciamientos intelectualizantes, pone su sello al dejar que la ternura invada la escena. Belén Brito desarrolla su María con pautas correctas; Nelson Rueda es un querible Pieter. Susana Di Gerónimo logra una madre convincente y se lleva los mejores aplausos. Alejo Mango compone tanto al exiliado chileno como al padre con una notable solvencia actoral.
JORGE PAOLANTONIO PARA DIARIO Z
Ficha Técnica
Fotografía: Soledad Ianni Iluminación: Pablo Boratto
Escenografía y Vestuario: Julieta Risso Asesoramiento audiovisual: Ernesto Quaranta
Asistente de dirección: Lilaj Feiguin
Dirección: Corina Fiorillo
Escenografía y Vestuario: Julieta Risso Asesoramiento audiovisual: Ernesto Quaranta
Asistente de dirección: Lilaj Feiguin
Dirección: Corina Fiorillo
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