Dicen

Dicen que estamos en el antedía, yo diría no se ni dónde estamos... (Blas de Otero)

martes, 27 de diciembre de 2011

La vida es sueño: Entre la racionalidad y el ensueño, hoy


El español Calixto Bieito versionó La Vida es Sueño (1636), de Calderón de la Barca, poniendo el mayor acento en las disquisiciones que  sobre la racionalidad,  el entendimiento y la existencia de un destino contiene esta joya de la dramaturgia filosófica universal. Tras haberla hecho con varios elencos, incluido uno inglés,  el director usa su creación con un elenco argentino que ofrece la pieza (condensada en dos horas) en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín.   
Basilio (P. Contreras), soberano de Polonia, confina la vida de su hijo Segismundo (J. Furriel) a una torre. El nacimiento ha costado la vida de la madre, su esposa,  y el rey ve en ello, unido a presagios astrológicos, el surgimiento de una tiranía que deberá evitar a cualquier precio. Durante años el fiel Cataldo (O.Santoro) es celador del príncipe en su encierro. Y justamente es el destino quien trae a Rosaura (M. Santa Ana) hasta el lóbrego paraje. Viene acompañada por el gracioso Clarín (A.Rosso), quien la asistirá para descifrar su origen. El príncipe queda pasmado y luego subyugado cuando descubre que Rosaura es una mujer vestida de hombre.

La historia crece cuando el rey decide constatar si el destino obrará negativamente sobre su hijo: para ello, lo pone en su lugar de poder, le da por un día el timón del reino. En tanto, los intrigantes de siempre, en este caso Estrella (A.Yovino) y Astolfo (L. Delgado),    sobrinos del rey, quieren casarse y hacerse con el poder. Como la situación en la corte se desmadra por desaciertos del príncipe, el padre lo narcotiza y lo vuelve a confinar, haciéndole creer que “todo lo vivido ha sido un sueño”.
La acción de toda la pieza se mueve sobre un enorme círculo de grava al que acompaña –desde lo alto- un enorme espejo [símbolo preciosista del arte barroco] espejando las huellas del movimiento escénico y reflejando lo que puede o no ser sueño.
Los vaivenes del poder y la ambición hacen que Basilio sea derrocado para instalar a Segismundo en el trono. Y allí la trama alcanza su punto culminante: el héroe victimizado discurre sobre qué es lo soñado y qué lo real.
El círculo planteado se rompe y la conflictiva se generaliza. Brillan los parlamentos y la actitud bufa de Clarín sirve para aligerar la ominosidad de una filosofía pesimista. Todo esto sucede en verso aunque, bien entrenados, los actores rompen lo que podría caer en monotonía o sonsonete. El público “goza” de la magnificencia del  texto en una calidad de verso que se entiende y complace.
El Segismundo de Furriel es conciso y con momentos de perfecto decir. La Rosaura de Muriel Santa Ana no acierta con los tonos del comienzo pero no carece de garra interpretativa. Brillan el Basilio de Contreras y el Clotaldo de Santoro. Ana Yovino es dueña de una voz notable para su Estrella. Excepcional es, en esta versión,  el aporte de “Pacha” Rosso con su Clarín. El resto, no desentona.

Dentro de la puesta, además de los aciertos anotados, emociona la inclusión un cantaor y un percusionista flamencos. Son innecesarios el desnudo del rey, la extemporánea aparición  de una melodía televisiva y alguna otra “irreverencia” que no se equilibran con el resto

Jorge Paolantonio para Diario Z

La vida es sueño. De Pedro Calderón de la Barca, en versión y dirección de Calixto Bieito. Intérpretes: Joaquín Furriel, Muriel Santa Ana, Patricio Contreras, Osvaldo Santoro, Ana Yovino, Pacha Rosso, Lautaro Delgado, Enrique Federman y Hernán Cuevas. Cantaor: Jeromo Amador. Percusionista: Marcelo Aronson. Vestuario: Mercé Paloma. Escenografía: Calixto Bieito y Carles Pujol. Luces: Xavier Clot. Asistentes de dirección: Fabián Barbosa y Ana María Converti. Adjunto a la dirección: Joan Anton Rechi. En la sala Martín Coronado, del Teatro San Martín. 



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