Casi ochocientos espectáculos y más de un medio centenar de estrenos es la cifra a enunciar en primer término. Amantes de cifras y candidaturas Guinness aplaudirán el aserto para concluir que la Buenos Aires bicentenaria es soberana en cuanto a estrenos mundiales de teatro de todos los géneros. Frente al apabullante índice, una mesa de café basta para descubrir que no todo lo que reluce es oro [o plata, por lo de “Buenos Aires, la Reina del”]. Pero desde una visión u otra, la verdad es que la cifra impresiona y permite aseverar que el teatro en esta capital argentina y latinoamericana goza de envidiable salud. Habrá que aclarar también que frente a las marquesinas hiperproducidas de la avenida Corrientes y aledaños es imposible dejar de sumar y destacar a los más modestos carteles de más de un centenar de salas [con capacidad de hasta 300 espectadores]. ‘Destacar’ decimos ya que esos ‘teatros de cámara’ en conjunción directa con numerosos elencos independientes –con el apoyo indispensable de la Ley Nacional del Teatro [N°24.800] y una serie de becas y subsidios concordantes- ensayan y estrenan sus propios proyectos y ponen de relieve el trabajo de autores relevantes, especialmente el de aquellos nacionales de todos los tiempos.
Casi al finalizar el año, los doce nombres y la calidad seleccionada para la nueva versión del Festival de Teatro CABA 2010 nos exime de comentarios frente a cualquier espectador activo. Nos permitimos, sin embargo, destacar dos de imprescindible visión: Ala de Criados [Mauricio Kartún], y Muaré [Natalia López- Marina Quesada].
La puesta en escena de piezas de nuestros propios autores, clásicos o actuales, remozados o respetados al pie, renovó nuestra creencia en un teatro que nos represente. Alberto Vaccarezza, Armando Discépolo, Julio Sánchez Gardel, y Florencio Sánchez se sumaron –entre muchos otros- a Griselda Gambaro, Roberto Cossa, Diego Manso e Ignacio Apolo.
Las buenas y no tan buenas traducciones, las adaptaciones, las versiones libres y libérrimas y hasta las copias encubiertas de algunos clásicos subieron a escena con mayor o menor éxito. Desfilaron, entre muchos otros, un empalidecido Calderón [C. Bieito], un Ibsen enaltecido [C.Zorzoli], un estupendo Lorca ‘intervenido’ [J.C.Gené], un desangelado O’Neill [V.Cosse], un Miller conmovedor [C.Tolcachir] y hasta un acriollado Valle Inclán [M.Barreiro].
Los extranjeros contemporáneos establecidos como Arhur Miller, Samuel Beckett, Yazmina Reza, y Neil Simon, los menos conocidos entre nosotros, como Jon Fosse y Lutz Hubner, subieron a escena en más de una sala y hasta con más de un título.
Españoles como los del grupo La Zaranda [G.Campuzano, Paco Sánchez, etc] y latinoamericanos, como el clown-show de Caíllo Cru dejaron una impronta inolvidable. Otros como Rodolfo Santaña [Venezuela] y Enrique Buenaventura [Colombia] tuvieron su primer idilio con nuestra ciudad.
En el rubro ‘unipersonales’ –tarea a veces vilipendiada- tuvo, entre otros, a tres dignísimos exponentes de muy distinto género: Osqui Guzmán [El Bululú], Juan Pablo Geretto [Yo amo a mi Maestra Normal] y Virginia Innocenti [Dijeron de mí]. Mike Amigorena hizo una versión antológica del excepcional monólogo de Bernard-Marie Koltés, La noche antes de los bosques.
Las obras con directores tan diferentes y dispares como Mauricio Kartún – un ‘independiente consagrado-’, y el empeñoso Jose María Muscari fueron respuesta popular para quienes se preguntaban qué ver. Daulte, Veronese, Spregelburd y Tantanián -muchas veces directores, autores y hasta actores- , aseguraron su trabajo renovador o innovativo
El género “teatro musical” – que tuvo como primer exponente local notorio a Pepe Cibrián Campoy [cuyo ‘Drácula’ cumplirá 20 años]- alcanzó calidad internacional y un repartido apoyo del público. El imán de ‘La Bella y la Bestia’ pudo lo que no logró la buena propuesta de ‘Sweeny Todd’. ‘Souvenir’ fue un logro especial de Karina K y Gonzalo Demaría hizo un hilarante autosacramental, ‘La Anticrista’, que terminó siendo obra de culto.
El teatro de género y resistencia fue variado en propuestas y calidad: Enmudecer la Lluvia, PresXs, Quiero pasar una tarde con Franco, Carnes Tolendas y Perra que Ladra a la Luna estuvieron entre las más vistas. La versión 2010 de Teatro Por la Identidad tuvo, este año, repetición innecesaria de autores, ausencias notorias y una respuesta menor de público.
Una rotulación especial para el Teatro Ciego [Abasto] con Luces de Libertad, el teatro de máscaras balinesas con Máscaras en Fuga [Mariano Marino-Geraldine Seff], y el humor erótico de los títeres de 69 a la cabeza [creación colectiva de Ariel Bottor, Peter Pank y otros].
Premios y distinciones de distinto orden sirvieron para alentar y/o discutir méritos y deméritos de una actividad que parece haberse potenciado en todos los niveles: los actores, los autores, los directores, las salas, el público. Dejamos rubros y nombres en el tintero. Sucesivas notas nos permitirán ampliar este análisis. Volviendo al título: un placer para los amantes del teatro tener a simple vista un espectro de opciones que no son sino un auténtico menú internacional a la carta.
JORGE PAOLANTONIO - Especial para Diario Z
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