Dicen

Dicen que estamos en el antedía, yo diría no se ni dónde estamos... (Blas de Otero)

martes, 27 de diciembre de 2011

'ESTADO DE IRA' : DEL PANEGIRICO A LA VEJACION



     Cuando la escena porteña se llena de presencia extranjeras para un festival que tiene más frustraciones que aplausos reales, el escenario del Metropolitan 2 brilla con la reposición más esperada: Estado de Ira. Con dramaturgia del marplatense Ciro Zorzoli (43) este brillante trabajo vuelve para seguir sacudiendo a los espectadores desde su inusual propuesta donde nada falta y todo resplandece.
       Desde  el estreno de “Living, último paisaje” (diez años atrás) hasta hoy, este músico devenido en experimentador auténtico donde lo colectivo es preponderante, ha sabido condensar  y consagrar una línea de trabajo que sigue sumándole adeptos. 
       Con Estado de Ira asistimos a una historia que solía ser común: la del elenco estable oficial que recibe a una actriz o actor en ascenso quien, a su vez, llega para reemplazar a alguna estrella del reparto.  En este caso es la Hedda Gabler, de Ibsen.  La recién llegada experimentará un proceso que la lleva desde un desmedido discurso de bienvenida hasta un estado donde su propia razón corre peligro. Todo sucede con ritmo imparable y el tránsito de la risa a la mueca se convierte en una constante escénica. Mientras el público ve una versión de la obra de Ibsen también puede ver, con claridad, una ceñida trama de historias personales que se tejen y destejen en derredor de esta creatura que va del panegírico a la vejación.   
        La frase de un utilero [“yo no muevo trastos”] define los límites de un mundo donde lo real está en pugna con lo ficticio hasta el punto de desdibujar la esencia del verdadero teatro.  Obligar a la heroína de Ibsen a actuar con la ampulosidad y las marcaciones de aquel teatro que murió [con el avance del cine y otros medios]  sirve para subrayar la prisión que ciertas concepciones significaban. Pero al reproducirlo, los encontronazos son inevitables y la atmósfera va cargándose hasta estallar en una verdadera tormenta donde todo será motivo de pugna. Todos serán marionetas cuyos hilos se tensan hasta cortarse. 
          Una escenografía absolutamente funcional y un vestuario impecable realzan la cualidad de todo lo actuado.        
         No hemos visto en mucho tiempo un elenco tan aceitado para resolver y hacer creíbles las complejidades propuestas. Mientras Diego Velázquez saca personajes de la galera, la inefable Paola Barrientos va brillando en estados que el espectador sigue hasta quedar tan conmovido como exhausto. El aplauso que cierra los noventa minutos de la pieza termina en un batir de palmas y público de pié que expresa entusiasmo y alegría por una creación que –más allá de los premios de la crónica complaciente- reverdece lo mejor y más auténtico de nuestro teatro.       

JORGE PAOLANTONIO para Diario Z

FICHA TECNICA
SALA: Teatro Metropolitan 2, los Lunes a las 21 hs

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